¿Me lo dices en serie? Entrevías, temp. 1 y 2
- filosofialacalle
- 5 abr
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Óscar Sánchez Vadillo
Tirso Abantos, el personaje interpretado por José Coronado a cuya mayor gloria está escrita esta serie -un “cabrón de la vieja escuela”, nos dicen-, está clarísimamente inspirado en Gran Torino, la película con que Clint Eastwood debía haber dado por terminada su carrera como actor en 2008, pero yo creo que también hay algo de Logan, film de 2017 donde un correoso superhéroe tiene que proteger a una niña. Puesto que ambas combinaciones, la del señor chapado a la antigua que gruñe contra los migrantes, y la del viejo cansado cuyo carácter huraño suaviza una menor, funcionaron tan bien, los guionistas fundieron tales núcleos argumentales en uno y les quedó bastante bien. Porque Tirso es más borde que el Dr. House, y dice unas burradas xenófobas y antiwokistas de campeonato (él ha estado en una guerra terrible, igual que el personaje de Clint Eastwood), pero como es noble, valiente y ocurrente se las perdonamos, pese a que sea una de esas personas de cemento que vinieron a este mundo investidas de la razón suprema. Sin embargo, no es Tirso el gran hallazgo de la serie, ese puesto se lo gana de calle y yo creo que de modo imprevisto Ezequiel, policía corrupto que es la sucia pero ardiente alma misma de Entrevías. Ezequiel está interpretado por Luís Zahera, y si bien es cierto que su personaje se parece demasiado al que encarnó en la multipremiada As bestas, cada vez que aparece en escena insufla vida, encanto y picaresca a toda la trama. El espectador termina por aprender a contrabalancear entre la gozada que le proporciona Ezequiel y el sopor supino que le produce los encuentros de los enamorados, Nelson e Irene. Si lo que entendieron los guionistas es que un amorío adolescente iba a atraer al público joven, que sepan que tanta miel no hay quien la aguante, y que Nata, la cani en el “trono” de Entrevías, es cien veces más atractiva e interesante.
Algunos críticos, e incluso gente del barrio, ha señalado que la serie subraya exageradamente los tópicos sobre Entrevías, pero yo creo que esa caricatura era inevitable. Para mostrar aquellas características del barrio que son idénticas a las de cualquier otro lugar de Madrid no hacía falta ponerle nombre. Los conflictos raciales, sociales y hasta de clase están bien representados, a mi juicio, y el personaje de Gladys engloba maravillosamente (la interpretación de Laura Ramos es de Goya) todo ello tanto en su vertiente alegre como en la dolorosa. Cada episodio dura lo mismo que una película media, y la producción cuenta con todos los defectos ineludibles de toda serie, como plot twist inverosímiles, picos constantes de dramatismo, muertes innecesarias, etc., pero si la idea de un José Coronado de derechas metido a pedagogo intransigente no te disgusta, entonces no dejes de ver Entrevías. La tercera temporada no, la tercera se ve gravemente lastrada por el final de la segunda, que es ciertamente abusivo. Poquita fe o Vota Juan son series españolas mucho más ligeras y originales que Entrevías, pero mucho menos también intensas, y carecen de un Ezequiel hablando, pensando y actuando en gallego. Ezequiel es, en cierto modo, como el enano andrógino de El año que vivimos peligrosamente, o como Robert Redford en Memorias de África, que fungían de cicerones del nuevo ambiente, pero en astuto y cachondo.
(Y no me olvido del personaje de Sanchis, también para gran lucimiento de Manolo Caro).
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