Somos los recién llegados, el último latido -por ahora- de un metrónomo eterno.
Fernando Savater
En los océanos duerme la memoria del clima.
(Un tratado de geología elemental)
La inmortalidad es el futuro en busca de porvenir.
Fernando Arrabal
Óscar Sánchez Vadillo
- A primera vista, la palabra “eternidad” pareсе nombrar una enorme simplificación tanto como una simple enormidad. En esto se asemeja a la libertad, que es, en su anhelo colectivo, probablemente el ideal numinoso que ha venido a reemplazar, a nuestra medida, al hambre de alta eternidad de nuestros antepasados. Residualmente, existen hoy una eternidad de compact-disc y microfilm (nuestros bisnietos heredarían la colección intacta, así como la perpetuidad de cualquier otro soporte de información) con la fugacidad del sampler (es decir, la capacidad de recabar esos quince minutos de fama universal partir del arreglo electrónico, con ligeras variaciones de aliño, de una o múltiples piezas de esa colección. La capacidad de trasformación técnica del entorno, las interacciones, y la memoria, constituyen, en este sentido, la piedra filosofal de la mutación hacia precaria y zángana eternidad en nuestros días. Precaria, he dicho, y sin embargo nunca como en estos últimos cincuenta años se han estrechado y anudado un pasado y un futuro (sin misterios de ninguna clase) a la substancia de un presente que juega a modularse (sin aspiraciones de clase), año tras año a sí mismo desde sí mismo y hacia sí mismo, en una suerte de eternidad resignada y rotatoria que al mes que jamás tendremos nueva Guerra del Golfo ni Mundial ni alteración decisiva que se le parezca. La eternidad muestra hoy el luminoso del “parking completo”.
- Sobre las rutas y maneras de ganar las altiplanicies de la eternidad caben algunas dudas iniciales con respecto al orden de los factores: ¿debe el hombre conquistarla mediante alguna clase de esfuerzo singular o pertenece desde un principio a ella, de modo que tan solo debe entonces desliarse de su sujeción al mundo del frenesí, el movimiento y la caducidad de los seres. En apariencia, la religiosidad oriental ha derivado en una doctrina del segundo tipo, mientras que el modelo aristocrático de nuestras sociedades agonales (competitivas o guerreras) ha apostado fuertemente por la primera. El orden de los factores altera aquí notablemente el producto, en tanto que ambas visiones hacen referencia a la memoria: la primera busca la inmortalidad de la fama, la segunda la inmortalidad del olvido.
- Pues la ofrenda de la eternidad es el consuele de permanece en cada uno de nuestros actos involuntarios o fortuitos (incluida la muerte), en el interior de una continuidad inmarcesible: ¿qué puede importar que la eternidad nos haya inventado a nosotros o nosotros a ella? Con la eternidad como referencia u horizonte de la acción, mis errores son constantes eternas, mi finitud se encuentra a resguardo de devorarse a sí misma o ser devorada por la garganta del mundo, mis actos responden sin consecuencias a las necesidades de la gratuidad. “La eternidad está enamorada de las obras del tiempo”, escribió William Blake.
- La eternidad es un manantial niño que para lentificarse y durar aprende a bifurcarse y ramificar al encuentro de su curso con cada ser en un sinfín de afluentes, torrenteras e hilos subterráneos que penetran la tierra hasta formar la capa freática en la que flotan empapados los muertos.
- La eternidad no es inmóvil, no es el Acto Puro, no el firmamento enclaustrado que escapa al vértigo del tiempo. Es el inmenso cetáceo de Jonás cuya velocidad es la mínima en la cadena de los seres, y por eso mismo la máxima que los cubre a todos en su vientre.
- La eternidad oriental es la verticalidad de un majestuoso árbol que, hundiendo sus raíces en le tierra, eleva y purifica y rompe sus substancias contra el enlagunamiento de la savia eterna en la ascensión de una catarata invertida.
- La eternidad es la articulación indisociable que rige entre lo viejo y lo nuevo.
- El purgatorio es la extraordinaria invención de una cámara sellada de eternidad contable (como los largos pasillos de una T4 sobrenatural) instalada entre la muerte del tiempo incontable y el umbral de una amplitud eterna e ilimitada.
- La eternidad como elongación sin término del tiempo lineal en la pavorosa y anacrónica hipérbole de los plazos de la justicia española.
- La eternidad es la ausencia de rozamiento de un aire suave, de pausados giros, donde el hada Harmonia ritmaba sus vuelos (Rubén)
- La eternidad es vida acariciada “ya sea hacia atrás o hacia delante”.
- Lo que quise decirte ayer es que siempre habrá un mañana como el de hoy...
- El Tiempo posee más dedos de los que sabe contar con los dedos.
- Aún se están afinando las cuerdas del Tiempo…
- Moebius engañó a la eternidad amarrándola en sus ilustracionesa color, pero antes lo había hecho Ansel Adams con sus majestuosas fotografías en blanco y negro.
- La eternidad es una gran simplificación si para despuntar su picacho nevado precisa de omitir el calor de combustión -por casi insensible que sea, como una pavesa- de la hoguera chisporroteante del tiempo. El cabalista Borges propendía a pensar que la eternidad es en este punto paradójica: consiste en la insondable complejidad de una única y drástica abreviatura de los arcones y baúles infinitos del tiempo, que a veces hallaba, por cierto, escenificada en el silencio de la noche estrellada sobre una esquina innominada de un suburbio paupérrimo -chiriquiano- (siempre de la metrópoli mítica de Buenos Aires). La eternidad ha sido, por tanto, para el hombre occidental, el frío intenso y vasto silencio de un glaciar, quizá porque este espécimen cultural mas que ningún otro ha buscado convertir la promesa del mañana en recompensa de hoy (y no viceversa, como creen los idealistas y católicos), y para ese propósito la eternidad no tiene fortuna en propiedad alguna, carece de liquidez y bienes que embargar.
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