Óscar Sánchez Vadillo
162- (Breve sermón del domingo) Para el pueblo/coñac -llamado, a efectos publicitarios, Soberano- no hay más virtud que la inocencia, y en ella reside su libertad. Nosotros no somos, no hemos sido, y cuando hemos sido, pedimos disculpas. Tenemos nuestras pasioncillas, claro, pero son de radio de acción corto, como una emisora ilegal, y en ese pequeño campo pagamos al extralimitarnos, como tontos pero felices Homer Simpson. Nuestros pecados son pecattum, “errar el blanco” o “fallar el tiro”, no crímenes a los ojos del Señor. Los que nos mandan se guardan mucho de que lleguemos tan lejos: para eso están ellos, suyos son todos los crímenes, que se arrogan con satánica avaricia. Así que durmamos como benditos la mañana del domingo, que sólo ellos deben madrugar para acudir a misa a suplicar el perdón y arañar algo de paz. Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
163- (“Bodalicón” o “bodalicona”) Dícese de aquel o aquella que se embarca en el fregao de ponerse de acuerdo con un cura, acudir a sus sesiones preparatorias, moviliza a la familia, se pone a régimen, compra o alquila un traje, escoge un restaurante, espera seis meses, adquiere anillos, se emborracha entre chistes zafios, escucha el sermón, se sienta en la mesa protagonista, corta el pastel, baila sin saber, se recoge antes que el resto, pilla algo de dinero, visita Tailandia, decora un piso, se divorcia y sólo ansía volver a empezar todo el proceso…
164- (La fama cuesta, I) ... arriba. Es lo que Unamuno llamaba “erostratismo” (buscar Erostrato, no Unamuno, para el que le pille de nuevas), encabezonándose en su irracional virtud. Toda la occidental historia, que dicen, azacaneados, martirizados en su logro, pero siempre denostándola teórica, hipócritamente. Séneca, por ejemplo, decía que no, pero hacía que sí. Y lo cierto es que sí, que la abstracta Natura a la que ciertos filósofos fingen preferir a la voluble sociedad en nada recompensa a cambio pero ni comparación. El filósofo profesional o sufriente -doy una definición inédita-, o émulo inconsciente de él, es ese tipo que decidió dejar de llevar sombrero para ofrecer su testa límpida a la penetración del infinito. Buen intento, pero no cuela. Manifiestamente aquel sinsombrerismo era aspiración de regia corona. La honra le hace a uno más real, para qué engañarnos. A no ser que no se pretenda realidad alguna, lo cual, más que sabio, es llano, villano, populachero, tranquilo...
La conquista de la fama es, ciertamente, una conquista de realidad, de entidad, para una vez alcanzada esa cota morir doblemente infeliz, pero con sobrehumano desdén. Aquiles escogió una muerte inmortal a un prometedor futuro, cuenta la Ilíada, pero lo lamentó eternamente en el Hades, secretea la Odisea. No pretendo que este dato, sin duda estremecedor, nos sirva de escarmiento, al contrario: pelee cada cual duramente por su posteridad, que yo ya tengo tres, y de carne y hueso.
165- (Huelga general) El capitalismo salvaje es aquel sistema de (auto)producción que reinventa la esclavitud en términos de libertad. En vez de cazarlos, encerrarlos y sacarlos al mercado engrillotados, sólo hay que esperar a que se entreguen solos, enseñen los dientes y rebajen su precio. En este sentido, lo que vivimos no es más que una reorganización que asegure la continuidad de la servidumbre en condiciones más ventajosas para el comprador. Así, la pregunta por la huelga general no puede formularse en la esfera del interés público: “¿servirá para algo”?, “¿cambiará algo?”. Pues seguramente no, para qué engañarse. Pero si lo que nos preguntamos es si servirá o cambiará algo para nosotros, en nuestro fuero interno, quizá ahí encontremos la clave. Aquel que piense que el jefe le va a coger ojeriza por una pequeña chulería, y encima perdiendo dinero, que por favor no la haga. Nadie quiere confirmar su visión jerárquica de la realidad y menos aún hacerle sentir más pequeño todavía. Aquel, sin embargo, que entienda que su concepto del honor incluye la resistencia pasiva, y su idea de la solidaridad la unión activa, que la haga. Nadie quiere que adquiera sumisas virtudes allí donde había prurito de hombre libre, aunque sea mal aconsejado. Creo que en esto se resume la cuestión: ahora cada uno que se mire los dientes a sí mismo y se ponga precio.
166- (La fama cuesta, y II)... a menudo la vida. Haciéndose como se hace el individuo más real en proporción al incremento de su fama, termina por emitir un brillo superior a sí mismo, para el cual raras veces se puede estar verdaderamente a la altura. Toda clase de excesos y la destrucción propia y ajena nacen de este desfase. Las decisiones a tomar se vuelven locas, todas dirigidas a mantener el estatus. El descanso desaparece. El trato fluido y generoso con la gente cercana peligra seriamente. La sombra que se arroja es más larga que uno mismo, y hay que pasarse la vida tratando de alcanzarla a saltos. Llega un punto en que la línea entre fama e infamia se hace indiscernible. Ya no importa ni la reputación, que era el depósito sobre el cual se abría esa línea de crédito que era la gozada fama. Urdangarín pone tierra de por medio a Washington y aquí no ha pasado nada. Whitney Houston no tenía guardaespaldas que la protegiera de sí misma y su imagen. En conclusión, a ese que yo entiendo el más extendido motor de la humana acción hay que tratarlo como un poderoso tóxico con el que embriagarse a pequeñas dosis para ir acostumbrando el cuerpo: en caso contrario, ni todas las miradas del mundo centradas sobre ti podrán evitar tu disolución.
167- La música es la incuestionable y definitiva victoria del espíritu sobre la materia, si es que hubiera materia. Dura más que el sexo (estoy pensando en las versiones alquemizadas de Tunnel of Love y Telegraph Road), es más emocionante y tiene mucho menos coste emocional.
168- Trabajo, amigos, mujeres, cuenta corriente… ¡que me sanchezferlosionan vivo!
169- La enfermedad mental es una construcción semejante a una novela, pero interiorizada y de la que no te puedes escapar cerrando el libro. Tendría algo de razón quién dijese que el enfermo se “hace el interesante”, y con ello arrastra a su pozo a los demás. La diferencia está en que la mayor parte de las veces la patología ha sido causada por una confluencia de esos mismo demás…
170- Hoy, incluso para buscarse la vida del modo más primitivo imaginable hay que contar con dispositivo móvil.
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